Tema 10.
La narrativa peninsular desde 1975 hasta nuestros días. Principales tendencias: Almudena Grandes, Muñoz Molina, Eduardo Mendoza, Rosa Montero.
1. La situación a finales del siglo XX.
Desde que termina la dictadura franquista, los escritores buscan nuevos caminos expresivos. Poco a poco, los más jóvenes dejan de lado el experimentalismo típico de los años 60-70 y retoman patrones más clásicos: el argumento gana peso y las narraciones son más lineales y fáciles de seguir. Conforme se consolida el sistema democrático y la sociedad se hace más libre, los autores dejan de preocuparse por dotar a sus obras de carga política o ideológica: ya no las ven como una herramienta para denunciar injusticias ni se sienten con el deber moral de concienciar a la sociedad. El interés ahora es que el público disfrute de una lectura entretenida y de calidad.
Como consecuencia de este cambio de actitud, lo que caracteriza de aquí en adelante al panorama narrativo es la variedad de corrientes. Frente al anterior dominio del realismo social, algunos autores optan por escribir obras de fantasía, por ejemplo. Muchos géneros antes considerados menores, o que estaban un poco abandonados, tienen un fuerte auge: la novela negra, la sentimental, la de aventuras, la histórica... Generalmente, se busca dar un toque especial: se mezclan influencias diversas y sorprendentes, se dan giros irónicos a los personajes y a veces se parodian las obras de referencia. Muchos recursos vienen del cine y son constantes los guiños a la cultura popular.
A esa mezcla de estilos y de referentes, de la alta cultura con la cultura pop, se le llamó “posmodernidad” o “posmodernismo”. Lo más importante es que iba unida a una actitud irónica respecto a los viejos ideales del arte: ahora no se cree ni que vaya a transformar el mundo ni que vaya a hacernos mejores personas.
El consumo de libros creció durante estas décadas finales del siglo XX, gracias tanto a las políticas estatales de promoción de la lectura como a la inversión empresarial en libros de bolsillo, colecciones de kiosko, etc. Es una época que vive una gran transformación en el negocio editorial, no sólo en España, sino en toda Europa. Grandes inversores compran muchos medios de comunicación y los unen formando conglomerados empresariales que manejan varias vías de difusión a la vez. Por ejemplo, un mismo grupo empresarial puede ser el dueño de varios canales de televisión, cadenas de radio, periódicos, revistas y editoriales de libros, algunas generalistas y otras especializadas. En el terreno literario, los escritores que tienen contratos con estos grupos se pueden ver beneficiados de participar en todos los medios: publican sus obras en una editorial del grupo, escriben artículos en sus periódicos y revistas, participan como tertulianos en sus programas de radio y hacen promoción de sus libros en sus programas de la televisión. Además, como estos grupos mediáticos tienen conexiones muy fuertes con los partidos políticos, los autores estrella aumentan su prestigio recibiendo premios institucionales.
En este panorama tan competitivo convivían autores de diversas generaciones:
a) Los supervivientes de la generación del 27 que acababan de regresar del exilio –como Rosa Chacel o Francisco Ayala.
b) Los autores consagrados, que habían empezado a publicar en los años cuarenta -como Torrente Ballester, Miguel Delibes o Camilo José Cela.
c) La segunda generación del franquismo, que había comenzado en la novela social de los años 50/60 -como Carmen Martín Gaite, Sánchez Ferlosio, Juan Marsé o Juan Goytisolo.
d) Los jóvenes, nacidos en los años 40 y 50 -como Eduardo Mendoza, Arturo Pérez Reverte, Javier Marías, Enrique Vila-Matas, Antonio Muñoz Molina, Almudena Grandes…
Sometidos a la dinámica del mercado, que los convierte en personajes mediáticos, los autores tienden a producir obras que se ajusten a las exigencias de unas editoriales que hacen fuertes inversiones y esperan grandes retornos. Por eso, sus novelas tienden a tratar temas de moda en productos de fácil lectura, aunque con una pátina de calidad y buena técnica narrativa.
2. Las tendencias de la narrativa.
- Novela Negra. Se ambienta en entornos urbanos degradados y los argumentos están llenos de violencia, frecuentemente con algún sórdido trasfondo de corrupción política. Es típico que el narrador vierta opiniones cínicas y desencantadas sobre la sociedad; para dar una apariencia de profundidad se procura que la división entre buenos y malos sea borrosa. Los investigadores, en vez de héroes, son personajes fracasados.
El primer autor exitoso en este género fue Manuel Vázquez Montalbán, con una serie de novelas protagonizadas por un detective llamado Pepe Carvalho. Antiguo militante comunista, Montalbán todavía intentaba hacer una crítica de la sociedad española a través de sus novelas.
Otro autor que consiguió bastante renombre fue Eduardo Mendoza, Escribió una serie de novelas protagonizadas por un detective loco, jugando con las expectativas de los lectores para dar un toque cómico y de enredo.
Los siguientes autores de éxito (Juan Madrid, Arturo Pérez Reverte o Antonio Muñoz Molina) se centraron más en cumplir con las convenciones del género. Hoy en día, existe toda una corriente de best-sellers de consumo rápido centrada en la novela negra (por ejemplo, las novelas de Lorenzo Silva).
- Novela realista: se trata de una tendencia que se inspira en los grandes escritores del siglo XIX, que son los que crearon la forma canónica y clásica de la novela. Autores de esta tendencia serían José María Merino o (a veces) el ya mencionado Eduardo Mendoza. En los últimos años, autores destacados de esta línea han sido Rafael Chirbes, Fernando Aramburu o Edurne Portela.
Chirbes denunció en sus obras la desigualdad en la sociedad capitalista (La larga marcha, 1996) y la corrupción política y económica durante la época del boom inmobiliario, justo antes de la crisis (Crematorio, 2007). Aramburu (Patria, 2016) y Portela (Mejor la ausencia, 2018) abordan el destrozo social que provocó en el País Vasco la banda terrorista ETA.
- Novela lírica (o intimista): se centra en reflexionar sobre la vida con un estilo poético. Ejemplos: Mortal y rosa (1975), de Francisco Umbral, escrito a raíz de la muerte del hijo del propio autor, y La lluvia amarilla (1988), de Julio Llamazares, que cuenta la historia del último vecino de un pueblo abandonado de los Pirineos. Algunas novelas de Javier Marías también responden a este subjetivismo e intimismo, con una mezcla entre narración y ensayo: Corazón tan blanco (1992) o Mañana en la batalla piensa en mí (1994).
- Novela histórica: Su auge estuvo relacionado directamente con el fin de la dictadura, por la oportunidad de revisar hechos históricos sin el condicionamiento ideológico del franquismo. Hay que tener en cuenta que la historia es un terreno frecuente de lucha política, ya que se presta a proyecciones sobre el presente (buscando paralelismos o reclamando la satisfacción de agravios) y se utiliza para la formación de ideas sobre la identidad nacional.
Las épocas que se recrean son muy variadas: la Edad Media, el Renacimiento (El hereje, la última novela que escribió Delibes, por ejemplo), el siglo XVII (la serie de novelas de el capitán Alatriste, que consagraron como superventas a Pérez Reverte), el siglo XIX (Pérez Reverte, otra vez) o los comienzos del XX (Eduardo Mendoza: La verdad sobre el caso Savolta y La ciudad de los prodigios). La novela histórica es uno de los géneros preferidos del público. Hay auténticos especialistas que publican series de novelas con grandes tiradas.
Una mención especial merecen las obras ambientadas en la guerra civil o la posguerra. Surgieron con la intención de contrarrestar la versión oficial que había promovido el franquismo y muchas veces recrean acontecimientos silenciados durante la dictadura. Obras destacadas son Luna de lobos (1985), Julio Llamazares -sobre los guerrilleros republicanos que siguieron combatiendo en los montes leoneses durante los años 40-, Los girasoles ciegos (2004), de Alberto Méndez -cuatro relatos sobre la represión franquista, unidos por personajes comunes- y la serie de novelas de Almudena Grandes Episodios de una guerra interminable, a la que pertenece la novela que hemos tenido que leer este curso, El lector de Julio Verne (2012).
- La metaliteratura y la autoficción: estas son las dos tendencias que dominaron las últimas décadas. Ambas vienen, en última instancia, de Estados Unidos, aunque en España han influido mucho ciertos autores franceses.
La metaliteratura es literatura que trata sobre la propia literatura. Tiene varias vertientes: a) novelas sobre escritores; b) novelas sobre el propio proceso de escribir. Entre las primeras, por ejemplo, está Bartleby y compañía (2000), de Enrique Vila-Matas: el narrador es un escritor en potencia, pero sin obra, que nos cuenta la historia de los escritores que dejaron de escribir o nunca se decidieron a hacerlo. Entre las segundas, destaca El cuarto de atrás (1978), de Carmen Martín Gaite.
La autoficción consiste en obras donde el propio autor aparece como personaje. Está relacionada con la metaliteratura porque muchas veces lo que nos cuenta es el proceso que llevó a escribir la propia obra que estamos leyendo. Ejemplo:
Soldados de Salamina (2001), de Javier Cercas: el escritor Sánchez Ferlosio cuenta al autor que su padre, el falangista Rafael Sánchez Mazas, se salvó de morir durante la guerra civil porque un soldado republicano le perdonó la vida. Cercas investiga sobre esa historia y, finalmente, descubre en Francia a un anciano exiliado, héroe de la segunda guerra mundial, que podría haber sido el soldado republicano.
3. Las “generaciones” o sucesivos grupos de escritores, desde 1975 hasta hoy:
Por último, repasaremos qué grupos de escritores surgieron durante la etapa que va desde 1975 hasta hoy:
a) Los años ochenta y noventa fueron la consagración de una generación que ya hemos mencionado al principio del tema como aquellos jóvenes que empezaban a competir con los escritores de la época franquista. Hoy en día son la generación más veterana: Eduardo Mendoza, Javier Marías, Antonio Muñoz Molina, Enrique Vila-Matas, Almudena Grandes, Arturo Pérez Reverte... La mayoría de los autores que estudiamos en este tema son de esta generación.
b) En los noventa, apareció un grupo muy centrado en contar las vicisitudes de la juventud urbana, usando un lenguaje coloquial, con influencia de lo que en EEUU se llamó el “realismo sucio” y mucha querencia por la contracultura. Sus autores más conocidos fueron José Ángel Mañas y Ray Loriga. Esta corriente tuvo mucho éxito inmediato, pero pronto pasó de moda.
c) En el cambio de milenio, apareció un nuevo grupo de autores, llamados la “generación Nocilla” o “afterpop”, que huía de la literatura convencional y rescataba el experimentalismo (a veces, incluso como en las vanguardias: intentando tender un puente entre los desarrollos de las ciencias y el arte). El nombre le viene de una trilogía de novelas de Agustín Fernández Mallo: Nocilla experience, Nocilla dream y Nocilla lab. Los autores de este grupo tienen una vertiente ensayística muy importante, en la que destaca el filósofo Eloy Fernández Porta (Afterpop, 2007).
En esta misma época se consagró también la autoficción como tendencia de éxito (Javier Cercas, por ejemplo).
Finalmente, la corriente que más destaca en el panorama actual es la dedicada a revisar la relación del hombre con la naturaleza, hablando del mundo rural, con autores como Jesús Carrasco (Intemperie) y el ensayo del periodista Sergio del Molino La España vacía.
Eduardo Mendoza
Premio Cervantes en 2016, Eduardo Mendoza se da a conocer en 1975 con la publicación de La verdad sobre el caso Savolta, novela que marca el inicio de la nueva narrativa. En ella indaga en la Barcelona de inicios del siglo XX, marcada por el enfrentamiento entre la burguesía y la clase obrera, empleando recursos del folletín y la novela policíaca.
Su posterior producción es muy diversa. Destacan las parodias de novelas policiacas protagonizadas por un detective ingresado en un manicomio y adicto a la Pepsi (El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas…). Otra obra, considerada por algunos su mejor novela, es La ciudad de los prodigios, en donde evoca la ciudad de Barcelona entre las dos exposiciones universales de 1888 y 1929.
Su estilo es sencillo y directo, cabalgando entre lo satírico, humorístico, esperpéntico y transgresor, con un lenguaje sutil y lleno de ironía. Muestra gusto por los personajes marginales que miran a la sociedad con extrañeza mientras luchan por sobrevivir.
Almudena Grandes
Premio Nacional de Narrativa 2018, se reivindica como heredera de la gran novelística del siglo XIX, especialmente del Realismo francés y de la narrativa de Benito Pérez Galdós.
Se dio a conocer con Las edades de Lulú, Premio de La sonrisa Vertical de novela erótica. Desde entonces ha tenido el aplauso de críticos y lectores.
Le siguen novelas con protagonistas femeninas: Malena tiene nombre de tango, Atlas de geografía humana.
Gran parte de sus novelas están ambientadas a finales del siglo XX, mostrando la vida cotidiana en España en el cambio de siglo. También le interesa la Guerra Civil española: Inés y la alegría da comienzo a una serie centrada en ese conflicto bélico (denominada Episodios de una guerra interminable), continuada con El lector de Julio Verne, Las tres bodas de Manolita y Los pacientes del doctor García.
Marcarán su producción autores como Galdós, Defoe con Robinson Crusoe y Homero con Ulises. Estas obras marcarán el apego que siente por los personajes supervivientes, que sobreviven arreglándoselas como pueden, frente a los héroes, y antihéroes. El influjo de Cervantes la lleva a construir historias complejas, con pequeñas historias incluidas en otras más extensas.
Antonio Muñoz Molina
Premio Príncipe de Asturias en 2013, destaca por la hábil construcción del relato, por el uso de la intriga y por las referencias abundantes a la cultura popular. Su producción muestra el influjo de la novela policiaca y la novela negra, así como de Juan Carlos Onetti y Max Aub.
Entre sus obras destacan Beatus Ille (sobre un supuesto escritor de la Generación del 27), El jinete polaco (recreación de la historia de Mágica – en realidad Úbeda, su ciudad natal, desde finales siglo XIX a finales del XX), Plenilunio (novela policiaca en la que un detective se enfrenta a un asesino de niñas), Sefarad (sobre las crueldades del siglo XX), La noche de los tiempos (recreación de las primeras semanas de la Guerra Civil en Madrid), etc.
Su obra muestra un estilo claro y ambiciosas estructuras, el cuidado uso de la lengua y el dominio de los diferentes registros.
Rosa Montero
Su intensa labor como periodista la compagina con la de escritora de ficción. Está considerada como una de las nuevas representantes del nuevo periodismo o periodismo literario, empleando un estilo entre la información y la literatura. Ella afirma que el periodismo es un género literario como cualquier otro. Sostiene que es una escritora que cultiva tres caras: periodismo, novela y ensayo. Sus novelas de estilo fluido giran en torno a temas recurrentes como la memoria, la identidad, el paso del tiempo y la muerte.
Entre sus obras sobresalen Crónica del desamor (testimonio de los años de la transición), La hija del caníbal (novela de intriga y misterio), Te trataré como a una reina (defensa de la condición femenina), Historia del Rey Transparente (novela de aventuras ambientada en la Edad Media y protagonizada por una muchacha disfrazada de hombre) y Lágrimas en la lluvia (memorias de la detective Bruna Husky en un futuro próximo).