Tema 7
La poesía española en las tres décadas posteriores a la guerra civil: Miguel Hernández, Blas de Otero, Gil de Biedma y Gloria Fuertes.
La guerra civil afectó considerablemente a la poesía española de la época. A la temprana muerte de algunos poetas (García Lorca, 1936; Miguel Hernández, 1942) hay que unir el exilio de un gran número de poetas (Juan Ramón Jiménez, gran parte de los poetas de la generación del 27), lo que dio lugar a una poesía española en el exilio, al igual que ocurrió con la novela y el teatro. Además, la censura y la autocensura también marcaron la poesía española, sobre todo en la inmediata posguerra. Para facilitar el estudio de la poesía de esta amplia etapa, podemos dividirla en décadas.
– Las formas estróficas preferidas son las clásicas: sonetos, tercetos,…
– Los temas principales son los clásicos de la poesía de todos los tiempos: el amor, el paisaje, las cosas bellas, etc.
– El tema de Dios como protector del hombre y fuente de la perfección y el orden del mundo.
– Ausencia de compromiso y distanciamiento de la realidad.
En cuanto al estilo, cabe destacar que después del artificio de sus primeros poemas, evoluciona hacia una poesía más sencilla y depurada. A partir de El rayo que no cesa, sobresale el uso de símbolos: el toro, símbolo de su destino trágico, la virilidad y la búsqueda amorosa; los cuchillos y puñales, relacionados con la muerte, la tragedia y el amor; el vientre femenino que representa el amor y la vida. (Ver poema Nanas de la cebolla, en internet).
Otras corrientes: Gloria Fuertes.
La madrileña Gloria Fuertes es un ejemplo de los escritores que quedaron parcialmente fuera de las clasificaciones generales. Aunque ella se definía como autodidacta (o sea, que había aprendido sola), estuvo vinculada a cierta vanguardia -muy marginal- del primer franquismo: el “postismo”. Lo cierto es que no tenía estudios superiores, a diferencia de la mayoría de los poetas de su época. En el terreno de la literatura, desarrolló su carrera en dos vertientes, una dedicada al público infantil y otra al público adulto. En la primera tuvo un éxito inmenso prácticamente desde el principio y hasta el final de su vida, lo cual eclipsó bastante la obra qie enfocaba a los adultos.
Era una mujer de un ingenio fácil y rápido, muy dada a los juegos de palabras y con gran habilidad para tocar todo tipo de temas con un estilo aparentemente ingenuo y espontáneo. Estas virtudes, que junto a un gran humorismo, la hicieron popular entre los niños, también aparecen muchas veces en su obra para adultos, incluso cuando trata temas graves.
En los años 50 inició una fulgurante carrera literaria con obras como Isla Ignorada, Aconsejo beber hilo y Todo asusta. En la siguiente década Los elementos intimistas pasaron a primer plano en Ni tiro, ni veneno, ni navaja, Poeta de guardia,…
Su poesía “adulta” no se aleja mucho de los temas de la época: la angustia vital, el dolor por los gestos de inhumanidad que percibe en la sociedad, la indignación moral por la injusticia... y la frustración personal, sobre todo en el amor. Gloria Fuertes era lesbiana y aludía a veces a su condición con una franqueza sorprendente para la época y el país. La diferencia entre su poesía y la de los poetas desarraigados y sociales es su tono voluntariamente “menor”, menos exaltado y grandilocuente, en muchas ocasiones irónico. Estas características, que la acercan a los gustos actuales, y su compromiso feminista han hecho que, tras una etapa de oscuridad y olvido, esté siendo muy reivindicada hoy en día.
2. LA POESÍA DE LOS AÑOS 50 (POESÍA SOCIAL).
En la década de los 50 triunfa la poesía social (al igual que ocurre con la novela y el teatro). La poesía se concibe como un medio para cambiar el mundo y el poeta debe escribir, en palabras de Blas de Otero, "para la inmensa mayoría". Los temas fundamentales son España, la libertad, la denuncia de las injusticias, la solidaridad con los marginados. En cuanto al estilo, predomina el tono sencillo, coloquial y directo, lenguaje cotidiano con tendencia al prosaísmo y, en el caso de Blas de Otero, uso de frases hechas ligeramente modificadas. Las formas métricas más utilizadas son el soneto y el verso libre.
Un año clave es el de 1955, pues se publican los dos libros más representativos de esta tendencia: Cantos íberos, de Gabriel Celaya, y Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero. Ambos poetas, Celaya y Blas de Otero, habían comenzado escribiendo poesía existencial en los años 40, pero luego evolucionaron hacia una poesía social. Así, BLAS DE OTERO (Bilbao, 1916-Madrid 1979) empieza su trayectoria poética con dos libros de marcado carácter existencial. de tono trágico y atormentado, con temas como la desolación del mundo y el silencio de Dios (Ángel fieramente humano , 1950, y Redoble de conciencia, 1951), para evolucionar hacia una poesía social con las características ya citadas, donde además de Pido la paz y la palabra. destacan En castellano (1959) y Que trata de España (1964). Posteriormente cultivaría una poesía experimental, de influencia surrealista. (Ver poema La poesía es un arma cargada de futuro y Pido la paz y la palabra, en Internet).
3. LA POESÍA DE LOS AÑOS 60 (POESÍA DEL CONOCIMIENTO).
Para los poetas que llegan a su plenitud en los años 60 la poesía es un medio de conocimiento del mundo interior y exterior del poeta, pero siempre desde un punto de vista individual. Los temas fundamentales de su poesía son el amor, el paso del tiempo, la amistad. la infancia y la creación poética. Practican el humor y la ironía, y sienten cierto escepticismo ante los temas sociales. Su estilo se caracteriza por un lenguaje coloquial, narrativo, y por el uso del verso libre.
Como poetas más representativos, podemos señalar a José Ángel Valente, Ángel González y JAIME GIL DE BIEDMA (Barcelona, 1929-1990). Este último, cuya obra poética es muy breve, considera que en su poesía solo hay dos temas: "El paso del tiempo y yo". En Compañeros de viaje, su primer libro, aparece el mundo de la infancia y la adolescencia, la amistad -tema importantísimo-, la ciudad -Barcelona- y el amor. Otros poemas hablan del dolor y el sufrimiento de la historia de España. En Moralidades y, sobre todo, en Poemas póstumos, su último libro, se intensifica el dolor por el fluir inexorable del tiempo y la nostalgia por todo lo perdido. La voz poética de los textos de Gil de Biedma se dirige con frecuencia a un tú o un vosotros; el desdoblamiento del yo construye un diálogo que posibilita una visión irónica y distanciada. En sus poemas, de carácter meditativo y muchos de ellos con elementos narrativos y descriptivos, destacan el prosaísmo del registro coloquial, el tono conversacional y la intertextualidad (citas y autocitas).
Peeping Tom
Ojos de solitario, muchachito atónito
que sorprendí mirándonos
en aquel pinarcillo, junto a la Facultad de Letras,
hace más de once años,
al ir a separarme,
todavía atontado de saliva y de arena,
después de revolcarnos los dos medio vestidos,
felices como bestias.
Te recuerdo, es curioso
con qué reconcentrada intensidad de símbolo,
va unido a aquella historia,
mi primera experiencia de amor correspondido.
A veces me pregunto qué habrá sido de ti.
Y si ahora en tus noches junto a un cuerpo
vuelve la vieja escena
y todavía espías nuestros besos.
Así vuelve a mí desde el pasado,
como un grito inconexo,
la imagen de tus ojos. Expresión
de mi propio deseo.
Loca
La noche, que es siempre ambigua,
te enfurece -color
de ginebra mala, son
tus ojos unas bichas.
Yo sé que vas a romper
en insultos y en lágrimas
histéricas. En la cama,
luego, te calmaré
con besos que me da pena
dártelos. Y al dormir
te apretarás contra mí
como una perra enferma.
Explica a qué tendencia poética y época pertenece el poema "No volveré a ser joven", razonando la respuesta.
No volveré a ser joven.
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan solo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Canción del esposo soldado.
He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.
Morena de altas torres, alta luz y altos ojos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos
de cierva concebida.
Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.
Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.
Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.
Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
le acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.
Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.
Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.
Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,
y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.
Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas
recorres un camino de besos implacables.
Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.
Miguel Hernandez. Vientos de pueblo.